viernes, 18 de marzo de 2011

Lo mejor de la semana

No hay mejor momento en la semana que los días que la veo.
Dos días a la semana la espero en el parking de su instituto durante casi 1 hora entera, pero no me importa pasar todo ese tiempo ahí para poder darle un beso.
Espero impaciente a que sean las 3 y 10, empiezo a buscarla con la mirada, mirando por la ventanilla de mi coche y no suele hacerse esperar, siempre viene con la cabeza agachada, mirando al suelo, como si le diese vergüenza que la mire, pero a mi me encanta esa reacción.
Lo primero que hace es abrir la puerta de atrás y dejar la mochila, después se sienta en el asiento del copiloto y llega ese momento tan esperado, me besa.
Me besa y en mi cuerpo se despiertan mil sensaciones a la vez, noto esas típicas pero agradables mariposas en el estómago, un escalofrío recorre mi cuerpo de pies a cabeza, es una beso largo, lento, suave, de esos que das y se para el tiempo, en los que lo único que importa es hacer sentir a la otra persona lo mismo que estás sintiendo tú; y cuando el beso termina lo único que eres capar de articular es el te quiero más profundo que jamás has dicho.
La llevas a su casa y tú vas a la tuya sin dejas de pensar en ella, no puedes dejar de pensar en ella, estás feliz y nada puede estropearte el día.
Y es entonces cuando te das cuenta de que te has enamorado locamente.