jueves, 7 de febrero de 2013

Ayer me acorde de ella


Ayer me acordé de ella,
la imaginé entre mis brazos,
apoyada en mi pecho,
contándome un secreto.

Sus ojos me observaban,
y los míos, inocentes
buscaban su mirada,
mirada que penetra,
en lo más hondo de mi,
mirada que recuerdo,
al no tenerla aquí.

Sus manos, liberadas,
recorrían mi cuerpo,
y mi cuerpo respondía
con un agradable cosquilleo.

Y sus labios se acercaban,
y los míos no se resistían,
era inevitable querer juntar
su boca con la mía.

Y nos fundimos en un dulce beso,
y estallan todos mis sentidos,
ya no se como me siento,
el control está perdido.

Ese momento tuyo y mio


Muero de ganas de verla,
de tenerla entre mis brazos,
de mostrarle en un beso,
todo lo que he callado,
y es que las noches son largas
cuando no la tengo a mi lado.

Con tan solo el roce de su piel,
es capaz de llevarme al cielo,
transportarme como si fuese un sueño,
hacerme sentir especial,
libre,
y nunca querer bajar.

Sus labios junto a los mios
producen una extraña sensación,
pasión,
la que corre por mis venas,
la que fluye lenta,
y parece no tener prisa,
ella misma se dosifica,
y produce un extraño placer.

Que no termine este momento,
es lo que más deseo,
que no me deje de rozar,
todavía no quiero bajar.

Y me deja acariciarla,
su piel está bajo mis mano,
que recorren su cuerpo desnudo,
no se detienen ni un segundo,
entonces la locura me invade,
y quiero parar el mundo,
mundo que en ese momento nos rodea,
mundo que está siendo testigo,
de lo que allí se desea,
de ese momento tuyo y mío.

En manos del destino


La locura me ha atrapado
no me deja escapar
me tiene presa de sus garras
tú de aquí no te vas.

Yo solo pienso en huir,
ella me pide un ratito más,
es imposible negárselo,
es lo que quiero en realidad.

Pasar más tiempo a su vera,
no dejarla jamás,
me encanta esta sana locura
¿he de dejarme llevar?

Pero la cordura irrumpe de nuevo,
dice que me va a salvar
de esta irresistible locura
y no se como acabará,
pues es una lucha a muerte
aunque no haya sangre que derramar,
quien mejor utilice sus armas
de mi corazón se ocupará.

Quedo en manos del destino
que está loco de atar,
no se que me tiene preparado
no se si será la lucha final,
pues aunque mi razón es fuerte,
mi corazón sabe hacerse notar.

Despues de ponerse el sol


Tocar con mis dedos la luna
después de ponerse el sol,
pues hoy está bella como ninguna,
incluso desprende calor,
calor que inunda mis sentidos
si aquí la siento yo
me gusta tenerla cerca
después de ponerse el sol.

La oscuridad es nuestra amiga,
somos dos cuerpos al mismo son,
cuerpos que se aman en la noche,
amor que solo conocemos tú y yo,
pues nadie más nos acompaña,
no necesitamos más calor,
es suficiente el que ella desprende
después de ponerse el sol.

Y al rozarme toco el cielo,
siento latir mi corazón
se me acelera el pulso
cada vez que escucho su voz;
y en la noche yo la busco
y la acerco a mi,
y a su oído, en un susurro,
decirle que se quede aquí,
que se quede para siempre
que no se vaya de mi lado
que como yo podría quererle,
nadie puede imaginarlo,
después de ponerse el sol.

Luz


Noches perdidas entre pensar y pensar,
sueños logrados a base de soñar,
soñar con los ojos abiertos
y poder apreciar la luz,
luz que desprenden tus ojos,
luz que solo provocas tú.

Déjame soñar contigo,
forma parte de mi,
antes todo estaba oscuro,
ahora todo vuelve a revivir.

Has iluminado mis sueños,
has aparecido así,
has salido de la nada,
y te has colado en mi.

Y has puesto mi vida patas arriba,
le has dado un vuelco a mi corazón,
vuelco que a gritos pedía,
pero se quedó sin voz.

Yo también quiero guardar tus sueños,
quiero que pienses en mi,
quiero ser parte de tu mundo,
ese mundo en el que eres feliz.

Dejame parar el mundo


Tocar con mis dedos
cada centímetro de ti
y enredarnos en un beso
que provoque el frenesí.

Ven, apoyate en mi pecho,
escucha mi corazón latir,
se acelera poco a poco
cuando estás cerca de mi.

Evadirme en tu cuerpo desnudo
y acostarme junto a ti,
darte un beso profundo
y sentir mi cordura morir.

Déjame sentir tu cuerpo,
déjame parar el mundo,
deja que sean mis labios
los que marquen los segundos.